jueves, 7 de enero de 2016

Estilos de comunicación familiares



Vamos a revisar los diferentes estilos de comunicación[1] que pueden darse en familias:
·     Un modo convencional, sociable, cotidiano, rutinario, donde los miembros de la familia se relacionan para manejar realidades superficiales, en las que nadie entra en los sentimientos de los demás, se tocan “cosas”, pero no se tocan para nada sentimientos. En la pareja, por ejemplo, se tocan físicamente los cuerpos, pero no se tocan los afectos, los sentimientos, las emociones.
·    Un modo directivo, persuasivo, condescendiente, cerrado, donde hay un diálogo manipulativo, ya que se busca por muchos procedimientos lo que uno pretende. No se asoma uno a los sentimientos de los otros, sino que se contemplan los que a uno le agradan y en función de ello se toman decisiones que afectan a los demás.
·     Un sistema especulativo, intelectual y reflexivo, en donde existe un mayor deseo por entrar en el mundo del otro, aunque persista el temor a entrar en el de los sentimientos. Se habla, se razona, se dan explicaciones, se busca la fría razón y la lógica. Hay un intento de acercamiento, aunque tímido, se abre una puerta hacia lo confidencial, pero fácilmente queda bloqueada por el peso de lo racional.
·     Por último se puede dar un sistema abierto, auto-revelador, y auto-responsable, donde hay apertura y compromiso de lo que cada uno tiene dentro de sí mismo. Se revela y manifiesta algo del interior, se compromete a expresar los sentimientos. Hay un verdadero contacto con el sentimiento de los otros desde la profundidad y el riesgo de expresar los sentimientos propios. Se respeta el mundo emotivo de los demás.
Alcanzar este nivel de comunicación, en el que me pueda abrir así delante de mis padres, de mis hermanos o de mis hijos, requiere que en mi familia exista un gran nivel de confianza. Sin la confianza es imposible que me muestre ante ti sin ningún tipo de máscaras, que me haga vulnerable. Por todo, ello resulta esencial trabajar en el núcleo familiar la confianza y por lo tanto el respeto.
Gabriel Calvo (1993) nos dice que la confianza mutua es el camino para llegar a la unidad. Y nos detalla en qué consiste la confianza:
·       Una mutua apertura de la vida íntima.
·       Una habilidad para compartir el propio “yo”.
·       Creer y esperar en el otro.
·       Una disponibilidad para compartir tiempo con el otro, a pesar de dificultades               internas y sobre todo externas.
·       Una costumbre de comunicar al otro las cosas sin importancia del día a día.
·       Una mutua honradez para relacionarse el uno con el otro sin máscaras, mentiras o        ambigüedades.
·       Un dar y recibir recíprocos y sin reservas o cálculos egoístas.
·       Un trato mutuo, sencillo y transparente.

Y ¿Cómo desarrollar la confianza mutua?
·       No exigiéndola, sino proponiéndola el uno al otro.
·       Poniendo en común las propias vivencias.
·       Haciendo cosas los dos juntos. ¿Cuántas cosas o actividades compartes con tu hijo,     o con tu padre o madre?
·       Para que el otro sea tu buen amigo, tú tienes que procurar ser su buen amigo. Es   decir, ser amable, cortes, atento, delicado, y bondadoso. Ante las dificultades             recordar el consejo de San Juan de la Cruz: “donde no hay amor pon amor y                 encontrarás amor”.
·       Da prioridad a la relación. No desentenderos el uno del otro, ni de sus                       necesidades, ni de sus dificultades, ni de sus problemas ni de sus deseos, ni de sus       preocupaciones. Amar al otro como a uno mismo.
·       Ser siempre abiertos, sinceros y transparentes el uno con el otro. Es decir,             comunicarse las vivencias y experiencias personales, los sentimientos positivos, y         negativos, las preocupaciones, las necesidades, y las decisiones importantes.
·       Respetad la intimidad de cada uno. No controlar. Aceptar las decisiones y opciones   personales. Permitir que el otro satisfaga sus deseos. Facilitar la relación con otras       personas.
·       Dejar que el otro sea él/ella mismo/a. Aceptar la personalidad de cada uno, su           temperamento, su carácter, sus peculiaridades. No sentirse amenazados si las             opiniones y gustos personales no coinciden. No pretender dominar. No exigir.
·       Reconocer, elogiar, estimular. Ser agradecidos. Reconocer lo positivo. Olvidar lo       negativo. Ser tolerantes con los defectos y faltas. Dar siempre ánimos y aliento.
·       Estar siempre dispuestos a dar y recibir. Dar con generosidad y alegría. Recibir         con sencillez y humildad. Proponer no imponer.
·       Ser leales. Ser fieles. Estar al lado de vuestro/a,  novio/a, marido/mujer, hijo/a,       hermano/a, padre madre....  Tanto en los momentos buenos como en los malos, en     los alegres como en los tristes.

Si poco a poco vamos trabajando estos aspectos dentro de nuestra familia, veremos como progresivamente se van estableciendo las bases para llegar a un nivel de comunicación cumbre, en donde sea cotidiano y fácil comunicarse en sentimientos.


Equipo de FSH

 


[1] José Antonio Ríos González: Manual de Orientación Familiar. Instituto de Ciencias del Hombre 1.994 pp:82-84.



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