¿Qué
debe hacer una persona para crear y mantener su autoestima alta? ¿Qué debemos
aprender para poder disfrutar de nuestra autoestima? Estas seis prácticas son
la clave para potenciarla. Trabajarlas es la mejor forma de ayudarse a uno
mismo.
Para desarrollar una
autoestima sólida, hay una serie de prácticas a las que asigno una importancia
crucial. Son "Los seis pilares de la autoestima":
-
Vivir
conscientemente
-
Aceptarse
a uno mismo
-
Responsabilizarse
de uno mismo
-
Tener
seguridad en uno mismo
-
Vivir
con propósito
-
Vivir
con integridad
Una vez que comprendamos en
qué consisten estas prácticas, podremos iniciarlas en nosotros mismos. A
partir de mi trabajo con numerosas personas para ayudarles a fomentar su
eficacia personal y su respeto por sí mismas, he identificado las cuestiones
que estimo fundamentales. No he encontrado otras de importancia comparable,
por lo que las he convertido en la columna vertebral de mi idea de crecimiento.
1. VIVIR CONSCIENTEMENTE
Si las vidas y el bienestar
de todos nosotros dependen de que utilicemos nuestra conciencia de forma
adecuada, la clave está en que apreciemos la "visión" por encima de
la "ceguera". Es el único determinante de nuestra autoeficacia y del
respeto por uno mismo. Es imposible sentirse competente en esta vida mientras
vayamos vagando en medio de una niebla mental, sea en el trabajo, en el trato
con los superiores, los subordinados, los asociados, los pacientes, los
clientes o en nuestro matrimonio o en las relaciones con nuestros hijos. Los
que intentan existir sin pensar y huyen de los hechos desagradables sufren una
deficiencia en su percepción de lo que merece la pena, de lo que es necesario
o lo que es innecesario.
No podemos sentirnos
competentes y valiosos si conducimos nuestra vida en un estado de confusión
mental. Nuestra mente es nuestro instrumento básico de supervivencia. Si
elegimos la negación en lugar de la conciencia, estaremos causando un gran daño
a nuestra autoestima. La forma más común de hacerlo es evadirnos de los hechos
que nos incomodan. Son situaciones que reflejamos en frases como éstas:
"Sé que no estoy
trabajando lo mejor que puedo, pero no quiero hablar de eso..."
"Sé que mis hijos
sufren por recibir tan poco de mí y sé que les causo daño y resentimiento.
Pero algún día, de algún modo, cambiaré…"
"¿Qué quiere decir que
bebo demasiado? Puedo dejar de beber cuando quiera..."
"Sé que mi forma de comer está arruinando
mi salud, pero..."
"Sé que vivo muy por
encima de mis posibilidades, pero..."
"Sé que soy un liante y
que miento sobre mis actividades y mis logros, pero...:"
"Sé que mis negocios
van mal, pero tarde o temprano se arreglarán..."
2.
ACEPTARSE A UNO MISMO
María, de 39 años, abogada,
se indignó ante la idea de aceptarse a sí misma y dijo: "¡Tengo una
autoestima patética! ¿Y usted me está pidiendo que lo
acepte?". Respondí: "Si no acepta que tiene este problema, ¿cómo
pretende solucionarlo? La autoestima empieza por respetar la realidad".
En el nivel más profundo,
aceptarse es la virtud de tomar el compromiso de valorarse a uno mismo. No se
trata de fingir una autoestima que no se posee, sino de aceptar esa especie
de egoísmo natural, derecho innato de todo ser humano, sobre el que tenemos la
potestad de actuar para moderarlo o anularlo.
Aceptarse significa negarse
a ver alguna parte de nosotros como ajena, como "no yo". Aceptarse es
abrazar nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones y tener la
voluntad de ser sus dueños, experimentar con ellos, responsabilizarnos de
ellos, sin evasión, negación ni rechazo.
Es la virtud del realismo,
del respeto por la realidad aplicado a nosotros mismos. De este modo, si me
enfrento a un error que he cometido y lo acepto, podré aprender de él y hacerlo
mejor en el futuro. Aceptarse es una condición previa indispensable para el
cambio y el crecimiento personal.
3.
RESPONSABILIZARSE
Para sentirnos capaces de
vivir y ser merecedores de felicidad, necesitamos experimentar un sentido de
control sobre nuestra existencia. Esto requiere asumir la responsabilidad de
nuestras acciones y del logro de nuestras metas y así poder hacernos responsables
de nuestra vida y nuestro bienestar.
Es una práctica que nos
acerca al difícil propósito de ser dueños de nosotros mismos, de nuestro
pasado, nuestro presente, nuestro futuro y nuestro bienestar. Es esencial para
la autoestima y a la vez su reflejo.
La práctica de
responsabilizarse de uno mismo comporta asumir lo siguiente:
-
Soy el
responsable de conseguir lo que deseo
-
Soy el
autor de de mis elecciones y de mis acciones
-
Soy el
responsable del nivel de conciencia que dedico a mi trabajo
-
Soy el
responsable del nivel de conciencia que dedico a mis relaciones
-
Soy el
responsable de la manera en que jerarquizo mi tiempo
-
Soy el
responsable de la calidad de mi comunicación
-
Soy el
responsable de elegir los valores que quiero que guíen mi vida
-
Soy el
responsable de aumentar el nivel de mi autoestima
Nadie va a venir a hacernos
felices, nadie arreglará nuestra infancia, nadie evitará nuestras angustias ni
nuestros problemas vitales. Nadie nos rescatará de nuestros miedos íntimos o
de nuestro pasado. Si queremos que nuestra vida mejore, si queremos estar más
cerca de nuestra dicha personal, somos nosotros los que tenemos que hacer algo
distinto. Un día en una terapia de grupo, un paciente con sentido del humor
me desafió: "Siempre dice que nadie va a venir. ¡Pero ha venido
usted!". "Correcto -admití- pero vine para decir que no vendrá
nadie."
4. LA AUTOAFIRMACIÓN
La autoafirmación significa respetar
mis deseos, necesidades y valores, así como buscar su forma de expresión
adecuada en la realidad. Su opuesto es rendirse ante la imposibilidad,
encerrarse en un subterráneo donde todo lo que uno es permanece escondido,
dormido o frustrado, para evitar el enfrentamiento con alguien cuyos valores
son diferentes a los míos. Ejercer la autoafirmación es vivir de forma
auténtica, hablar y actuar desde nuestras convicciones y sentimientos más
personales y equivale a no disfrazar nuestra personalidad para agradar.
Una seguridad saludable en
uno mismo comporta la voluntad de enfrentarse a las dificultades de la vida y
luchar por dominarlas en lugar de huir de ellas. Cuando alguien aumenta las
fronteras de su capacidad de enfrentarse a obstáculos y superarlos, aumenta
su eficacia, su fortaleza y su respeto por sí mismo.
Muchas personas viven y se
comportan como si no tuvieran derecho al espacio que ocupan. Otros hablan
como si prefiriesen que nadie les escuchara, murmuran o exponen sus ideas de manera
nerviosa y confusa. Por eso, ante estos casos, en mi trabajo con mis pacientes
utilizo una serie de frases como: "Tus deseos son importantes. Tu vida es
importante. Si eres feliz o no, es importante".
Como en todos los pilares de
la autoestima, cada afirmación, cada mensaje va reforzado y ampliado con unos
ejercicios -como los que propongo en el último artículo de este dossier- donde
los pacientes deben completar frases como: "Si alguien me hubiera
enseñado que mis deseos son importantes... ". Por regla general, suelen
tener finales como: "... me hubiera preocupado más por ellos; los hubiera
tomado más en serio; hubiera pensado en ellos; hubiera gastado más energía en
mí mismo; tendría más seguridad en mí; me trataría con más respeto". Así
consigo que se hagan más conscientes de sus carencias y del valor de sus
dudas.
Una vez más podemos apreciar
que las acciones que apoyan una autoestima sana y bien desarrollada son a su
vez expresiones de una autoestima saludable. La autoafirmación se apoya en la
autoestima y es, a la vez, su expresión.
5.
VIVIR CON PROPÓSITO
A través de nuestros
propósitos, de nuestra determinación, organizamos nuestro comportamiento y le
damos un enfoque y una dirección. Vivir sin propósito significa vivir a merced
del azar, del acontecimiento fortuito, del encuentro casual. Vivir con
propósito, en cambio, es vivir de forma productiva, fijando nuestras metas y
actuando para conseguirlas. Los propósitos que nos animan deben ser
específicos, para poder ser realizados. No se puede organizar una conducta productiva
alrededor de un objetivo vago e indefinido. Vivir con propósito también
significa utilizar la fuerza que tienes para conseguir tus metas: estudiar,
formar una familia, ganarte la vida, empezar un negocio, introducir un
producto nuevo en el mercado o construir una segunda residencia. Nuestras metas
nos llevan hacia delante, hacen que utilicemos nuestras facultades y dan
energía a nuestra existencia.
En este punto, suelo
preguntar a mis pacientes y mis alumnos:
· Si
tuvieras que actuar con un 5% más de determinación en tu trabajo, o en tu matrimonio,
o en tu relación con tus hijos, o en la terapia misma, ¿qué imaginas
que harías diferente?
·
¿Sacarías
algún beneficio de actuar así?
·
¿Qué te
podría resultar un obstáculo?
· ¿Te
gustaría probar durante unos 30 días, por ejemplo, actuar con un 5% más de determinación
para ver lo que ocurre y si te gustan los resultados?
·
¿Por
qué propongo sólo un 5%? Porque no asusta. Es una oferta tentadora. Casi todos
se atreven con un 5%.
6. LA INTEGRIDAD
Rebeca, de 40 años, era una
doctora que tenía una consulta privada en las afueras de su ciudad. Era filial
de un pequeño hospital local. Si los días que sus pacientes pasaban en el
hospital superaban cierto número al año, el hospital recompensaba a Rebeca y a
su marido con un crucero de lujo. Cuando sabía que tenían una cobertura
suficiente, les recomendaba que pasaran más días ingresados de lo que era
estrictamente necesario. Vino a mi terapia porque le habían dado unos misteriosos
ataques de ansiedad y depresión. "Tengo un marido maravilloso, nuestro
hogar es maravilloso y llevamos una gran vida. No sé qué me pasa."
Me explicó cómo conseguía
los viajes en crucero y le pregunté cómo se sentía. Se puso a la defensiva y
anuló las siguientes dos citas que tenía concertadas conmigo. Cuando volvió,
se quejó de un problema nuevo: insomnio. Retomé la cuestión de su trato con el
hospital y me dijo enfadada: "Bueno, supongo que me siento un poco
culpable, es estúpido sentirse culpable por algo así. Quiero decir que, a
ver, ¿a quién hago daño?".
Aunque los síntomas de
Rebeca podían estar causados por motivos muy diversos, sospeché que su
ansiedad, depresión e insomnio tenían su origen principalmente en este tema.
Estaba violando su sentido más profundo de lo que está bien y lo que está mal
y ninguna racionalización podía proteger su autoestima. Su tratamiento
terapéutico no fue fácil. En un momento dado, Rebeca planteó abiertamente si
no debería dejar la terapia para tratar su problema con tranquilizantes y
antidepresivos. Pero yo le propuse un experimento: "¿Estarías
dispuesta, durante los próximos dos meses, a prescribir sólo las estancias
hospitalarias que estuvieras segura de que son médicamente necesarias? Y
veamos qué ocurre". Ella aceptó. En 10 días los síntomas empezaron a
desaparecer.
Cuando una brecha en la
integridad hiere la autoestima, sólo la práctica de la integridad puede
sanarla. En el
nivel más simple, la integridad personal conlleva cuestiones como: "¿Soy
honesto y de confianza? ¿Cumplo lo que prometo? ¿Hago
las cosas que digo que admiro y evito las que creo que son
despreciables?".
Los que tienen un
comportamiento que entra en contradicción con sus opiniones sobre lo que es
apropiado, se desprestigian ante sus propios ojos y confían poco en sí mismos
o dejan de hacerlo por completo.
La mayoría de las cuestiones
relativas a la integridad que afrontamos no suelen ser grandes cuestiones, sino
cuestiones menores, las cuestiones de cada día. No se trata de grandes
conflictos morales o éticos, sino de ser conscientes de la importancia de lo
cotidiano para vivir con integridad.
El peso acumulado de cada
una de nuestras elecciones tiene una incidencia decisiva en nuestro sentido
de la identidad. Por utilizar una analogía con el ejercicio físico, si estamos
en baja forma el ejercicio resulta difícil y a medida que la mejoramos, se
vuelve más fácil y agradable. Nunca empezaríamos por grandes ejercicios, sino
con los que estén a nuestro alcance. La práctica de la autoestima sigue el
mismo principio.
Si integramos estas
prácticas a nuestra vida y nos aplicamos a ese trabajo cotidiano, se reforzará
nuestra autoestima y podremos actuar con más conciencia y control de nosotros
mismos. Son ideales pensados como orientación y no como prácticas que deban
cumplirse "a la perfección" para que mejore nuestra vida como por
arte de magia. Los pequeños progresos son los importantes.
Equipo FSH
No hay comentarios:
Publicar un comentario