Ser pareja
no es fácil. Son muchas las dificultades, las tensiones, el estrés. El número
de rupturas conyugales así lo confirma. Pero a pesar de todo, casarse continúa
siendo la opción preferente (...) Son varios los estudios que indican que las
personas casadas tienen niveles de bienestar psicológico más elevados que las
que no están casadas (Oskamp, 1987; Gove, Style, Hughes, 1990). En la gente que
está casada se certifican menos casos de tratamiento de salud mental, más
indicadores positivos de bienestar psicológico, tales como la felicidad y
satisfacción con la vida y menos indicadores negativos como depresión y
ansiedad. Gottman (1993) recoge un análisis de la relación entre estado civil y
salud, donde se constata que la población menos saludable es la de separados y
divorciados, seguida por la de viudos y solteros. La población casada es la que
presenta índices de salud física y mental más elevados. Gove y Umberson
verificaron que las ventajas del matrimonio más importantes señaladas por las
personas casadas es el compartir los problemas, los placeres, el cuidado y la
preocupación recíprocos.
Evidentemente,
no es el matrimonio en sí el que genera el bienestar. Éste depende del nivel de
satisfacción que el matrimonio proporciona. La calidad conyugal afecta a la
salud en lo positivo y en lo negativo.
DESARROLLO
Y CICLO DE VIDA
La pareja
se desarrolla a lo largo de un ciclo de vida donde se destacan etapas distintas
que no sólo se suceden, sino que muchas veces se superponen, interconectándose
con fases de transición diferentes, y frecuentemente simultáneas. Es necesario
encontrar equilibrios a lo largo de las etapas normativas de este ciclo
vital-formación de la pareja, nacimiento de los hijos, hijos pequeños, hijos en
edad escolar, hijos adolescentes, jóvenes adultos, salida de casa de los hijos,
nido vacío, envejecimiento. Es necesario encontrar equilibrios hacia los
acontecimientos imprevistos, inesperados, las llamadas etapas no
normativas-divorcios, familias reconstruidas, enfermedades, muertes,
catástrofes, etc...
La
experiencia de desarrollo conyugal empieza sobretodo con la formación de la
pareja. Esta etapa es una de las más complejas y difíciles del ciclo de
vida (...) Sin embargo, cuando se compara con otras
etapas del ciclo de vida, habitualmente es considerada como “la más fácil y
alegre”. La idealización del otro, la idealización del amor y del matrimonio,
el desconocimiento de las dificultades inherentes a la conyugalidad, el deseo y
expectativas sobre el descubrimiento del otro, la posibilidad de vivir con el
otro sin los obstáculos familiares y sociales presentes durante el noviazgo,
entre otros, son factores de esta visión fácil y alegre del matrimonio (McGoldrick, 1989)
Después
aparece la rutina, la mayoría de las veces con el nacimiento y crecimiento de
los hijos, que hasta su salida de casa dificulta grandemente o incluso impide
que la pareja vuelva a estar a solas. David Olson efectuó una investigación que
indicó que la satisfacción conyugal y familiar tiende a diseñar una curva de U,
o sea, niveles más elevados en las primeras etapas del matrimonio, una
disminución progresiva hasta la salida de casa de los hijos, y un aumento en
las etapas posteriores (...) Los hijos también pueden contribuir para
disminuir la calidad de la relación conyugal si no existe acuerdo entre la
pareja cuanto a valores y actitudes educativas. Otra fuente potencial de
conflictos es la cantidad de tareas domésticas añadidas y su distribución entre
los cónyuges.
La calidad
conyugal aparece muchas veces confundida con la satisfacción conyugal. Thomson
(1988) considera que el término calidad conyugal es más amplio que el de
satisfacción conyugal, reservando este último para los sentimientos personales
y la evaluación subjetiva del individuo del matrimonio.
Así,
cuando se reflexiona sobre la conyugalidad o cuando se habla de la calidad
conyugal, no se puede dejar de considerar dimensiones como amor, funcionalidad
y satisfacción conyugal. Vamos a dedicar una atención específica al amor y sus
componentes esenciales, pasión y sexualidad, intimidad y compromiso, así como a
sus aspectos funcionales-comunicación, conflicto y poder y dependencia vs.
independencia.
COMPROMISO
El
compromiso está fuertemente asociado a la continuidad de la relación amorosa y
supone dos decisiones: a aceptar que se ama al otro y voluntad de continuar
amándolo (...) El compromiso supone asociar la fuerza del deseo individual y la
determinación para continuar una determinada relación, la estabilidad de las
fuerzas que afectan una relación continuada, son algunas de las definiciones de
compromiso. En una relación de pareja es posible distinguir dos tipos de
compromiso: el compromiso personal con el otro y la relación que implica la
atracción por el otro y por la relación
y la obligación moral de continuar la relación, y el compromiso
estructural que supone la presión social para
mantener la relación.
INTIMIDAD
La palabra
intimidad deriva del término latino “intimus” que significa “secreto” o “el más
interior”. Intimidad implica proximidad en relación al otro, es decir, que la
relación íntima y la relación próxima son frecuentemente tomadas como
sinónimos.
Hatfield identifica como atributos de
intimidad:
ü revelación mutua de informaciones propias y personales;
ü escucha recíproca de las confidencias;
ü preocupación profunda por el otro;
ü sentimientos intensos de amor y confort con la proximidad;
ü y el contacto físico.
Sternberg y Grajek (1984) identificaron diez
señales de intimidad:
ü deseo de promover el bienestar del otro;
ü sentimiento de felicidad con el otro;
ü gran respeto por el amante;
ü posibilidad de contar con el otro cuando lo necesitas;
ü comprensión mutua;
ü compartir el “self” y los bienes
materiales;
ü apoyo emocional;
ü comunicación íntima;
ü valorización del amante.
A pesar de que la intimidad implica
proximidad, no es compatible con codependencia. Por el contrario, una relación
íntima entre dos personas parece exigir la capacidad de ser independiente o un
adecuado nivel de diferenciación del self, confianza mutua y un adecuado nivel
de autoestima (...) Es precisamente la importancia atribuida a la
intimidad, en particular por personas casadas, lo que hace que esté en la base
de la teoría del amor apasionado/amor compañero de Walster y Berscheid, que
presupone una trayectoria lineal en las relaciones amorosas, donde el amor
compañero (caracterizado esencialmente por la intimidad) sigue inevitablemente
al amor apasionado (caracterizado
esencialmente por la pasión).
PASIÓN Y
SEXUALIDAD
La pasión
está siempre caracterizada por una gran intensidad de los atributos que la
caracterizan-pensamientos intrusivos sobre el otro, idealización del otro o de
la relación, deseo de conocer al otro y de ser conocido por él, fuerte
atracción (sobre todo sexual),
sentimientos muy positivos cuando todo va bien, sentimientos muy negativos
cuando todo va mal, deseos de reciprocidad, deseo de unión completa y
permanente, acciones para determinar los sentimientos del otro (celos),
estudiar al otro, servirlo, mantener proximidad física (Hatfield,E; in
Sternberg,R; Barnes,M 1988).
Semejantes atributos, al revés de lo que
sucede con la intimidad, son frecuentemente generadores de malestar físico
(como en el caso de la activación fisiológica, miedos de abandono,
desconfianza, celos, etc...). La necesidad de fusión con el otro,
característica de la pasión, es incompatible con la expresión del desarrollo
individual, con la expansión de los límites de cada uno. Además la pasión es
tendencialmente centrípeda, en relación al individuo y al otro, imprimiendo un
carácter de egocentrismo relacional, lo que también es incompatible con la
socialización de la relación, que también es una necesidad esencial para el
desarrollo de la pareja dentro de su ciclo vital (...)
Las buenas relaciones son íntimas y
apasionadas. Están basadas en el desarrollo afectivo, el compartir y el deseo
sexual que no desaparecen con el tiempo. La sexualidad cambia a medida que la
relación y los individuos progresan, pero las parejas satisfechas afirman que
la sexualidad mejora a lo largo del tiempo (Nowinski, J.1988). No es de
extrañar que cualquier pareja pase por periodos de menor deseo y expresión
sexual: periodos de mayor estrés, momentos de crisis o de menor satisfacción
pueden ejercer fuerte influencia al nivel de la sexualidad. Por ejemplo,
durante las etapas correspondientes al nacimiento y crecimiento de los hijos,
son habituales periodos que por su carácter estresante conducen a una menor
intimidad y sexualidad conyugal. Investigaciones recientes revelan que hombres
y mujeres permanecen sexualmente activos durante la vejez, al contrario de lo
que se pueda pensar; Del 50% al 70% de matrimonios de edad superior a setenta
años afirman tener una vida sexual activa
(...)
DEPENDENCIA
VS INDEPENDENCIA
Ser pareja
no significa únicamente la existencia de cada uno de sus miembros, o la
existencia de los dos, sino de tres, como refiere Philippe Caillé: cada uno de
los elementos y “su modelo específico, su absoluto” (Caillé,P;1991). Esta
noción de absoluto de la pareja, o sea, de la experiencia relacional, única,
particular, hecha de vivencias y significaciones que se generan en la pareja y
que la generan, está cercana a la “identidad de pareja” de Lemarie y a la
noción de “nosotros” referida por Gullota
(...) Lo que significa que la identidad de la pareja sólo es posible en
una constante dinámica entre pertenencia e individualización, dependencia e
independencia, que se traduce por lo que Pina Prata llama “interdependencia
relacional”. Conyugalidad es entonces un proceso que envuelve dos personas en
busca de un equilibrio entre cercanías y alejamientos, entre dar y recibir,
entre el deseo de pertenencia y el de autonomía, equilibrio que exige una
permanente adaptación y cambio cara al otro, portador de una cultura extraña.
La intimidad sólo es posible si existe la capacidad de ser autónomo, de lo
contrario aparece la “codependencia”.
COMUNICACIÓN, CONFLICTO Y PODER
Todas las parejas experimentan conflictos o dificultades que tienen que ser resueltas para que la relación pueda ser sentida como satisfactoria. Semejantes conflictos o dificultades se relacionan con diferencias individuales, diferencias entre las familias de origen, reglas, roles y status mal definidos, diferencias entre las necesidades de proximidad (dependencia) o distancia (independencia) con cuestiones relativas a las varias etapas del ciclo de la vida y a la transición entre ellas. Markman verificó que las dificultades más comunes son las que conciernen al dinero, sexo, celos y familia extensa. Tales dificultades, cuando no son resueltas, provocan situaciones de conflicto que tienden a aumentar de frecuencia e intensidad con el paso del tiempo, dando lugar a escalamientos simétricos de la comunicación, productos y productores de auténticas luchas de poder, las cuales son generadoras de insatisfacción conyugal. Dentro de este contexto de luchas por el poder se construyen los problemas y los síntomas.
Los
estudios relativos a la conyugalidad y a
su ciclo de vida son, entonces, esenciales, sobre todo en esta época en que se verifica un aumento
siempre creciente de las tasas de divorcio que provocan un aumento
significativo de la familia con un solo progenitor (monoparental), de matrimonios
seriales, de cohabitación sin matrimonio, etc... Lo que está provocando, como
afirma Caillé utilizando una metáfora marinera, que “una corriente
extremadamente fuerte en la superficie de las aguas esté modificando
completamente en el espacio de dos generaciones, las condiciones de navegación”
(Caillé, 1991).
No hay comentarios:
Publicar un comentario